martes, 10 de noviembre de 2009

Las guerras de los pueblos prehispanicos

La guerra en la antigua Mesoamérica
AUTOR: Ross Hassig
La historia de la guerra en Mesoamérica es larga y compleja. El mosaico varía en el tiempo y según los diferentes tipos de organización política, lo que aumenta su complejidad y la dificultad de comprenderla. Se trata de un fenómeno complejo, variable y en permanente transformación que no puede interpretarse a partir de un monumento, un sitio o una fuente aislados. No hay, ni puede haber, una clave única que nos permita entender la enorme complejidad de la guerra y sus métodos en Mesoamérica.
El papel de la guerra fue esencial para la conformación de Mesoamérica como área cultural. La convivencia pacífica permitió la difusión de ideas y tecnologías, aunque lentamente. En cambio, la expansión militar aceleró significativamente ese proceso y, además, incrementó el prestigio de los conquistadores. El patrón de difusión e integración cultural de Mesoamérica se relaciona claramente con la historia de sus expansiones militares.LA PRÁCTICA Y LOS MÉTODOS DE LA GUERRA
Sin embargo, tenemos bastante información sobre la guerra a lo largo de toda la historia mesoamericana, lo que nos permite conocer su práctica y condiciones, en tiempos y lugares determinados. Las escenas de batallas de Bonampak, Chiapas, y Cacaxtla, Tlaxcala, son visualmente las más impresionantes, pero el creciente número de glifos descifrados que conmemoran conquistas es lo que más ha modificado las nuevas corrientes de interpretación.
Los monumentos de conquista son comunes en Mesomérica, pero no siempre son precisos históricamente. Cuando se proclama una conquista en un solo monumento se tiende a aceptar lo que muestra; sin embargo, cuando hay varias fuentes, las victorias que se Las armas y las fortificaciones ofrecen un panorama más amplio de la guerra mesoamericana; los ejemplos abundan y reflejan la participación masiva, lo cual nos permite ver su desarrollo a través del tiempo. Dicho desarrollo refleja tipos y capacidades militares y, además, circunstancias políticas más generales. No los encontramos antes de que hubiera en Mesoamérica guerra sistemática, que se dio solamente tras el establecimiento de las comunidades. La acumulación de bienes llevaba aparejada la necesidad de defenderlas, lo que permitió el surgimiento de dirigentes poderosos. En efecto, la evidencia de guerra formal más antigua de México, de hace 3 000 años, muestra a los dirigentes asociados con la captura de prisioneros.
En la Piedra de Tízoc se registran hechos –en este caso conquistas de pueblos como Xochimilco (izquierda) y Matlatzinco (derecha)– que se refutan en todas las fuentes escritas posteriores a la conquista española. Fotos: Marco Antonio Pacheco / Raíces
LAS ARMAS
Los conflictos pueden pelearse con simples herramientas, que así adquieren un carácter bélico, aunque el primer indicio claro de guerra más compleja es la aparición de armas cuyo único propósito es destruir al enemigo. Un milenio antes de nuestra era, los olmecas ya habían desarrollado mazos, a los que añadían lanzas, parecidas a las jabalinas. Luego vinieron las hondas, hacia 900 a.C., que permitían atacar desde distancias mayores. Pero la aparición de nuevas armas siempre conlleva innovaciones defensivas, y viceversa. Para 400 a.C. ya se usaban grandes escudos rectangulares que acompañados por las lanzas contenían eficazmente el impacto de los mazos y las hondas.
La siguiente innovación fue el uso en Teotihuacan de escudos más pequeños, que se usaron en el antebrazo y permitían a los lanceros mayor movilidad. Los lanceros iban acompañados de otros soldados, con escudos rectangulares más grandes, quienes blandían sus átlatl o lanzadardos, lo cual sugiere que eran unidades especializadas que se apoyaban mutuamente, organización que requería de un mayor número de fuerzas.
Al hacerse necesaria una defensa contra las armas punzantes, hacia 100 d.C. aparecieron los cascos de algodón acolchado,

Los antiguos mayas en guerra
AUTOR: David Stuart
Las investigaciones de las décadas recientes no sólo han cambiado nuestras ideas sobre la cultura maya, vista durante mucho tiempo como pacífica. Ahora se sabe que no sólo fueron sociedades en constantes enfrentamientos, sino que la guerra entre ellas fue una práctica de gran complejidad y con distintas variantes.

El militarismo y los conflictos comienzan a aparecer como temas destacados en el arte y las inscripciones en el Preclásico Tardío (300 a.C.-200 d.C.). Con frecuencia, en los monumentos de ese periodo se muestran cautivos atados, ya sea arrodillados ante un rey o bajo sus pies, como un símbolo de sometimiento total. Al parecer, los prisioneros también eran miembros de la elite, tal vez otros gobernantes, y llevan inscrito su nombre en el tocado.
En una época posterior, durante el Clásico Tardío, el arte asociado a los gobernantes aún enfatizaba la guerra como símbolo de autoridad, y los cautivos de la elite eran un elemento central de las representaciones. Esa imaginería enfocada en algún gobernante y uno o dos cautivos es un modo de representación muy antiguo y tradicional, aunque no es un indicador confiable de la naturaleza de la guerra entre los mayas, ni de la escala de los conflictos en los que se capturó a los prisioneros.

TIPOS DE GUERRA
¿Qué distinguía a la guerra maya en comparación con otras culturas mesoamericanas? Debemos recordar que la civilización maya ocupaba un vasto territorio, que abarcaba tierras bajas y altas, en el cual numerosos reinos independientes se desarrollaron, alcanzaron su apogeo y decayeron, y que necesariamente compitieron por controlar regiones y recursos. Ninguno logró dominar el antiguo mundo maya bajo una estructura imperial, de la manera en que pensamos que lo hicieron Monte Albán en los Valles Centrales de Oa-xaca, o Teotihuacan y Tenochtitlan en la Cuenca de México.
La guerra entre los mayas debe haber variado bastante a lo largo del tiempo y el espacio y no existió un tipo único. Las incursiones a pequeña escala entre poblaciones vecinas ciertamente existieron, pero también hubo conflictos regionales de mayor envergadura, que en ocasiones duraron décadas e incluyeron la conquista y dominación de un reino por otro. En estos casos, es probable que los gobernantes reunieran nutridos ejércitos, así como la infraestructura necesaria para iniciar y mantener conflictos bélicos. Desafortunadamente, las inscripciones no registran detalles sobre el número de combatientes, ni señalan las causas de las guerras de conquista. Sin embargo, encontramos indicios de grandes batallas en los famosos murales de Bonampak, Chiapas, en los que se representan grupos de soldados que combaten a muerte en alguna zona rural, mostrada como un fondo verde y boscoso

La guerra entre los zapotecos
AUTOR: John M.D. Pohl

En el Valle de Oaxaca, la guerra fue resultado casi siempre de disputas sobre tierras –ante la escasez de terrenos fértiles– o sobre herencias. Asimismo, la guerra fue un factor esencial para que los primeros cacicazgos se convirtieran en estados, como en el caso de Monte Albán.
1. En uno de los relieves conocidos como “danzantes” se grabó el cuerpo mutilado de un jefe vencido en la guerra durante el Preclásico (500-200 a.C.), periodo en el que Monte Albán comenzó a dominar los Valles Centrales de Oaxaca. Lápida 55, Monte Albán, Oaxaca.
Los arqueólogos han propuesto un amplio abanico de teorías para explicar el origen de los estados mesoamericanos; en ellas se considera fundamental la guerra, pues creen que se desarrolló a la par de los primeros cacicazgos de la región, durante el periodo Preclásico (1500 a.C.-200 d.C). La abundante investigación en Oaxaca nos revela que la guerra fue un factor esencial para que los primeros cacicazgos se convirtieran en estados, como en el caso de Monte Albán. Conforme aumentó la población y la agricultura se hizo intensiva en el Valle de Oaxaca, la tierra fértil se volvió más escasa; los caciques zapotecos comenzaron entonces a organizar a sus hombres más fuertes para hacer incursiones y apoderarse de las tierras de los vecinos. Los pueblos derrotados se convirtieron en una importante fuente de mano de obra, y los jefes más poderosos les exigieron tributo, en bienes o servicios, a cambio de no ejercer más violencia. Esto llevó a una intensificación de la guerra, pues se construyeron nuevas defensas y nuevos métodos de combate para inutilizar estas defensas.
Los grupos gobernantes que lograron dominar el Valle de Oaxaca comenzaron a expandirse hacia otros valles, y los vencedores formaron los primeros estados de Mesoamérica. Este proceso de desarrollo se muestra gráficamente en los monumentos de Monte Albán. Entre los afamados “danzantes” hay retratos de cautivos de los cacicazgos enemigos




solis aguilar
lopez casanova
rosales meza
de la cruz tolentino

No hay comentarios:

Publicar un comentario